Canadá El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, creyó que era más popular de lo que en realidad era y por eso convocó unas elecciones anticipadas para afianzar su poder. No resultó como pensaba.

Canadá: El griego Esopo tenía una fábula que le habría sido útil escuchar al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, llamada “El perro y su reflejo”. Hoy se la recuerdan los medios de su país. Un perro hambriento recibió un hueso de un carnicero, contaba Esopo. Al caminar por la orilla de un río y ver su reflejo en el agua, el perro creyó ver a otro animal con un hueso más grande que el suyo y trató de arrebatárselo, pero al abrir su hocico dejó ir el que cargaba. Nunca hubo otro hueso más grande que el que él tenía; al final dejó ir lo que era real por perseguir lo que solo era un reflejo.

Esa es quizá la mejor manera de explicar los comicios canadienses de esta semana, una idea que surgió de manera espontánea en agosto motivada por los deseos de poder del primer ministro. Engañado por su reflejo, Trudeau convocó elecciones anticipadas en Canadá para este 20 de septiembre con el objetivo de fortalecer su dominio. Antes de las elecciones su partido era una minoría en el Parlamento y no quería depender más de alianzas y pactos para mover su agenda legislativa. Confió en que podía capitalizar su popularidad por el manejo de la pandemia para conseguir una victoria y su anhelada mayoría parlamentaria, y por eso quiso ir a las urnas.

El problema es que aquella popularidad que Trudeau pensó tener se esfumó en cuestión de semanas tras una campaña mediocre y unos comicios mal vistos en medio de la pandemia. Nunca supo explicarles a sus ciudadanos de una manera clara por qué quería elecciones anticipadas, y estos nunca quisieron ir. Canadá se enfrenta a un nuevo pico de contagios, por lo que calificaron de altamente irresponsable la convocatoria a elecciones anticipadas.

La arrogancia se apoderó de Trudeau en agosto. A pesar de los elogios recibidos por la pandemia en el extranjero, el mandatario tenía que lidiar con una imagen deteriorada por los escándalos de conflictos de intereses, corrupción y racismo. El genocidio a los indígenas que se destapó en junio fue un clavo más en su carrera. Nunca fue una buena idea, y se lo advirtieron. Incluso una victoria en las urnas podría interpretarse ahora como una derrota para su gobierno. Al final, era muy poco probable que lograra su objetivo de conseguir una mayoría. Sin embargo, más allá de su imprudente decisión, lo que dejó ver el esfuerzo del primer ministro en las urnas es lo desconectadas que están las élites liberales de la realidad canadiense.

Ese mismo error en la proyección sobre lo que pensaban los ciudadanos ocurrió en Estados Unidos en 2016, cuando el Partido Demócrata no supo anticipar la victoria de Donald Trump. Trudeau y su partido no pensaron cuántos votos podrían capitalizar los conservadores en estas elecciones, y, en especial, la extrema derecha. Si bien la marea populista ha tenido poco efecto en Canadá hasta ahora, el Partido Popular de Canadá (PPC), antimigración, antivacunas y anticuarentenas, ha venido arrebatándole votos al Partido Conservador, en especial durante la pandemia, a través de Maxime Bernier, más conocido como “Mad Max”, una figura política muy similar a la de Trump.

Canadá puede terminar con una reproducción del Parlamento anterior sin variaciones significativas, lo que termina de aumentar la molestia por la inutilidad de los comicios. Pero eso no es lo único por lo que Trudeau debería lamentarse. Sus improvisadas elecciones también le dieron alas al efecto Trump en su nación.

“Es perturbador ver a Bernier cortejar los votos de los racistas y las almas engañadas que investigan la eficacia de las vacunas en YouTube. Incluso si no logra ganar un solo escaño el lunes, esta elección le ha permitido hacer crecer su partido, recaudar dinero y aumentar su perfil, creando más espacio en nuestro ecosistema político para mensajes corrosivos”, escribió el periodista canadiense Stephen Maher. Estas fueron unas elecciones impopulares, improvisadas e ineficaces, pero con costos altísimos.