Bogotá terminó el 2018 con 900.000 habitantes menos de lo que se había proyectado con el censo del 2005. Es decir, no llegó a 8’100.000 sino a 7’200.000, según el censo 2018 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

La cifra está en proceso de consolidación, porque hay 500.000 personas que no estaban en sus viviendas o rechazaron la visita de los encuestadores, aunque el director del Dane, Juan Daniel Oviedo Arango, no cree que el dato varíe mucho en ese proceso, el cual termina antes del próximo 4 de julio.

La información fue entregada durante una mesa técnica promovida por el programa Bogotá Cómo Vamos (BCV) con la participación de expertos en vivienda y demografía, así como funcionarios de la Secretaría Distrital de Planeación que deben usar esas estadísticas para proyectar el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad.

Uno de los fenómenos que evidenció el censo es que en los últimos 13 años se intensificó el uso económico de los predios, e, incluso, muchas localidades perdieron su vocación residencial por la llegada del comercio y los servicios.

Cuando se hizo el censo del 2005, solo existían 277.994 predios de uso económico. En el 2018, la cifra era tres veces mayor: 837.880, de los cuales 34.380 compartían la vivienda con esos usos. En el 74,6 por ciento se desarrolla alguna actividad de comercio o servicios. Panaderías, restaurantes, peluquerías, oficinas y gimnasios figuran en la lista de las múltiples actividades que se tomaron la ciudad.

El censo muestra que en 17 de las 20 localidades bajó el número de predios de uso residencial. Suba, Teusaquillo, Usaquén, Barrios Unidos y Fontibón son las cinco en las que más disminuyó la vivienda: entre 17 y 10,7 por ciento.

El director del Dane resaltó dos casos. En Suba, por ejemplo, los encuestadores encontraron 132.280 predios dedicados a actividades no residenciales, frente a 18.838 del 2005. Barrios Unidos, por su parte, pasó de 13.801 en el 2005 a 29.899.
El censo, al ser nacional, permitió confirmar que Bogotá expulsó población a municipios vecinos, entre otras razones por el costo de la vivienda, el cual resultó más competitivo para las personas fuera de la capital.

Entre los municipios vecinos a los que más se expulsó población figura Soacha, que encabeza la lista con 47,3 por ciento, seguido de Mosquera con el 7,6 por ciento y Madrid con el 6,1 por ciento. Esto en el corredor sur y occidental que conecta Bogotá con esas poblaciones. En el norte, las que más recibieron habitantes de Bogotá fueron Cajicá, con el 4,7 por ciento, y Chía, con el 4 por ciento.

Más viejos y más solos

El otro fenómeno que confirmó el censo 2018 es el envejecimiento de la población de la ciudad: por cada 100 personas menores de 15 años hay hoy 47,4 mayores de 64 años.En el 2005, el indicador estaba en 20,7.

El censo también evidenció la reducción del tamaño de los hogares. El 67,9 por ciento está compuesto por entre 1 y 3 personas, sin desconocer el hecho de que se incrementaron los hogares unipersonales, que predominan en siete localidades del centro y norte de la ciudad con más del 30 por ciento de los hogares de una sola persona. En el 2005, los hogares conformados por menos de tres miembros era del 51 por ciento. El tamaño promedio pasó de 3,5 en el 2005 a 2,9 en el 2018, con variaciones por localidades, pues seis están por debajo del promedio de la ciudad. Chapinero, Teusaquillo y La Candelaria están entre los más bajos.

El cambio obedece a la reducción de la natalidad, en parte, por el mayor ingreso de la mujer al mercado laboral. En Bogotá, por cada 100 mujeres hay 91 hombres.

Para el director del programa Bogotá Cómo Vamos, Omar Oróstegui, la ciudad enfrenta retos: la necesidad de mejorar la infraestructura compartida con la región, fortalecer la información catastral de los municipios vecinos, mejorar la oferta de bienes y servicios para una población que envejece, ampliar la oferta para hogares unipersonales y anticiparnos a los efectos de la migración venezolana en la transición demográfica”.

El entorno define a Bogotá

Juan Daniel Oviedo A., director del Dane, habló con EL TIEMPO sobre las cifras del censo de Bogotá.

¿Qué refleja el censo?

“Más allá del número, refleja que es natural que Bogotá no esté creciendo a la misma velocidad que se esperaba, porque tenemos hogares más pequeños, mayor prevalencia de hogares unipersonales y flujos de emigración de habitantes que estaban en Bogotá hacia el concepto de Bogotá región”.

¿Seguirá bajando la velocidad?

“Es una Bogotá que va a crecer desde el punto de vista poblacional, dependiendo de lo que suceda en sus alrededores. Y eso a lo que lleva es a que más allá de pensar en una planeación de Bogotá individualmente, el Distrito tenga que identificar mecanismos de planeación articulados en ese concepto de Bogotá región. La ciudad va a tener un desarrollo urbanístico y de infraestructura pública muy importante que no necesariamente se va reflejar en un crecimiento poblacional acelerado”.

¿Por qué Bogotá creció menos de lo que decían las proyecciones?

“Uno de los elementos es que el valor del metro cuadrado en Bogotá ha llevado a que las clases sociales que están en movilidad tomen la decisión de buscar precios más competitivos hacia los alrededores de la ciudad.

Otro elemento es que en la medida en que Bogotá es la capital del país y hay una posibilidad muy importante del desarrollo de actividades de comercio y de servicios, muchas unidades residenciales se están comercializando. Y, finalmente, en la medida en que Bogotá es el espacio urbano más importante del país, la participación de la mujer en el mercado laboral es más alta y, por consiguiente, los niveles de fecundidad en Bogotá tienen la tendencia a caer más pronunciadamente que en el promedio nacional”.

YOLANDA GÓMEZ T.
Editora de EL TIEMPO