El cambio de hora en Canadá es un tema que suscita discusiones y opiniones divididas. Cada año, los relojes de nuestros dispositivos electrónicos retroceden una hora en otoño, marcando el fin del Daylight Saving Time. ¿Cómo afecta este cambio a la rutina diaria y la salud de las personas?
A medida que ajustamos nuestros relojes para “ganar” una hora de sueño, muchas personas se sienten agradecidas por la oportunidad de dormir un poco más. Sin embargo, los expertos en salud advierten que cualquier cambio en los patrones de sueño puede tener un impacto en nuestra salud general.
El debate sobre la conveniencia del cambio de hora ha estado en curso durante mucho tiempo, y la mayoría de los especialistas coinciden en la necesidad de eliminarlo. A pesar de que ganamos más luz natural en la mañana, la tarde se oscurece temprano, lo que puede afectar el estado de ánimo y el bienestar de las personas. En Canadá, algunas ciudades experimentan atardeceres tan tempranos como las 4:30 pm durante los meses de otoño e invierno, lo que puede ser un desafío para quienes salen del trabajo o la escuela.
La importancia de la luz solar en nuestro bienestar emocional es indiscutible, y esto plantea cuestionamientos sobre la pertinencia de exponer a la población a una falta de luz solar en las tardes. Es esencial considerar el impacto en la salud mental y física de las personas al debatir el futuro del cambio de hora en Canadá.
La historia del cambio de hora en Canadá tiene raíces históricas y decisiones políticas. Esta práctica se realiza dos veces al año en Canadá, y más de 75 países participan en este cambio. La idea original proviene del expresidente estadounidense Benjamin Franklin en 1784, con el objetivo de aprovechar una hora adicional de sol.
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Sin embargo, el entomólogo neozelandés George Hudson, quien necesitaba más luz solar para su trabajo en el campo, promovió la idea en 1895. El horario de verano se implementó en Alemania en 1916 durante la Primera Guerra Mundial para ahorrar energía.
En 1917, el Parlamento canadiense aprobó una ley que implementaba el horario de verano, con el fin de conservar energía y aumentar la exposición al sol. A pesar de esto, la controversia persistió y la ley se suspendió durante varios años.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1940, se introdujo el horario de verano en Quebec y Ontario. Finalmente, en 1942, se emitió un decreto que implementaba el horario de verano en la mayoría del territorio canadiense.
El cambio de hora en Canadá ha recorrido un largo camino, desde las ideas pioneras de personajes como Benjamin Franklin hasta las necesidades de conservación de energía durante las guerras mundiales. Hoy, esta práctica genera debate en torno a su influencia en la salud y la vida cotidiana de los canadienses.
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